Escuela andaluza del siglo XVII. Círculo de JUAN DE VALDÉS LEAL (Sevilla, 1622 - 1690). “Cabeza de San Juan Bautista”. Óleo sobre lienzo original. Marco simulando el palosanto. Medidas: 50 x 45 cm; 61 x 56,5 cm (marco). En esta obra el artista no rinde culto a lo mortuorio y macabro sino que, al representarse la cabeza del santo, se intenta realizar un homenaje a aquellos cristianos que supieron dar la vida en defensa de la Fe. No hay en esta obra recreación de lo truculento, sino una exaltación del martirio, idea propagada por la Contrareforma a través de la Iglesia. Compositiva y estilísticamente este cuadro debe contextualizarse en el seno de la escuela andaluza. La factura barroca, el claroscuro, el tema del martirio, o más bien, de las cabezas decapitadas de los mártires, que abundaron en la pintura de Valdés Leal o Llanos y Valdés y el círculo sevillano, sitúan este cuadro dentro de aquella tradición tenebrista que, en paralelo a la dulzura de Murillo, se desarrolló ahondando en una estética más áspera, en el dramatismo del memento mori, etc. Los evangelios dicen de Juan el Bautista que fue hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, prima de la Virgen María. Se retiró muy joven al desierto de Judea para llevar una vida ascética y predicar la penitencia, y reconoció en Jesús, que se hizo bautizar por él, al Mesías anunciado por los profetas. Un año después del bautismo de Cristo, en el año 29, Juan fue arrestado y encarcelado por el tetrarca de Galilea Herodes Antipas, cuyo matrimonio con Herodías, su sobrina y cuñada, se había atrevido a censurar. Finalmente san Juan fue decapitado, y su cabeza entregada a Salomé como premio por sus hermosas danzas. Este santo aparece en el arte cristiano con dos aspectos diferentes: como niño, compañero de juegos de Jesús, y como adulto, predicador ascético. Respecto a la representación de su cabeza, ya sea sola o llevada por Salomé, aunque hunde sus raíces en el Codex Sinopensis del siglo VI, no la hallamos representada habitualmente hasta el románico. No obstante, con el paso de la Edad Media a la Moderna la representación de Salomé con la cabeza del santo perdió importancia en favor de la escena cruenta de la cabeza del Bautista en una bandeja.
Escuela andaluza del siglo XVII. Círculo de JUAN DE VALDÉS LEAL (Sevilla, 1622 - 1690). “Cabeza de San Juan Bautista”. Óleo sobre lienzo original. Marco simulando el palosanto. Medidas: 50 x 45 cm; 61 x 56,5 cm (marco). En esta obra el artista no rinde culto a lo mortuorio y macabro sino que, al representarse la cabeza del santo, se intenta realizar un homenaje a aquellos cristianos que supieron dar la vida en defensa de la Fe. No hay en esta obra recreación de lo truculento, sino una exaltación del martirio, idea propagada por la Contrareforma a través de la Iglesia. Compositiva y estilísticamente este cuadro debe contextualizarse en el seno de la escuela andaluza. La factura barroca, el claroscuro, el tema del martirio, o más bien, de las cabezas decapitadas de los mártires, que abundaron en la pintura de Valdés Leal o Llanos y Valdés y el círculo sevillano, sitúan este cuadro dentro de aquella tradición tenebrista que, en paralelo a la dulzura de Murillo, se desarrolló ahondando en una estética más áspera, en el dramatismo del memento mori, etc. Los evangelios dicen de Juan el Bautista que fue hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, prima de la Virgen María. Se retiró muy joven al desierto de Judea para llevar una vida ascética y predicar la penitencia, y reconoció en Jesús, que se hizo bautizar por él, al Mesías anunciado por los profetas. Un año después del bautismo de Cristo, en el año 29, Juan fue arrestado y encarcelado por el tetrarca de Galilea Herodes Antipas, cuyo matrimonio con Herodías, su sobrina y cuñada, se había atrevido a censurar. Finalmente san Juan fue decapitado, y su cabeza entregada a Salomé como premio por sus hermosas danzas. Este santo aparece en el arte cristiano con dos aspectos diferentes: como niño, compañero de juegos de Jesús, y como adulto, predicador ascético. Respecto a la representación de su cabeza, ya sea sola o llevada por Salomé, aunque hunde sus raíces en el Codex Sinopensis del siglo VI, no la hallamos representada habitualmente hasta el románico. No obstante, con el paso de la Edad Media a la Moderna la representación de Salomé con la cabeza del santo perdió importancia en favor de la escena cruenta de la cabeza del Bautista en una bandeja.
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