Escuela andaluza; circa 1830. “Tipo andaluz” Óleo sobre lienzo. Presenta faltas, repintes y agujero en el lienzo. Posee firma apócrifa. Medidas: 53 x 38 cm. La presente obra muestra una composición situada en un paraje natural, con una figura masculina vestida con atuendos humildes pero tradicionales, apoyada sobre un caballo con uno de sus brazos y con la otra sobre su fusil, lo que nos indica que probablemente se trate de un salteador de caminos. Tanto el tema como esas ropas sitúan la escena dentro de lo que se conoce como el costumbrismo andaluz. Tradicionalmente, la pintura y la literatura españolas se han interesado por las costumbres y los tipos populares. La llegada del romanticismo vivificó esta corriente, aportando a la tradición hispana la visión que los extranjeros tenían de nuestro pueblo, debido al esnobismo de una burguesía nacional europeizante y liberal que, también por influencia extranjera y bajo la moda romántica, vuelve los ojos al pueblo y los monumentos del pasado. Esto, general en toda España, se dará preferentemente en lo andaluz, por ser esta tierra meta soñada de los extranjeros, y donde se tuvo que dejar sentir más fuertemente el influjo de la visión que tenían del español y sus peculiares costumbres. Así, de las dos escuelas costumbristas fundamentales, la andaluza incide en un pintoresquismo amable y folclórico, alejado de cualquier intento de crítica social; por su parte, la madrileña es más acre y dura, llegando en ocasiones a mostrar no sólo lo vulgar, sino incluso recreándose en visiones desgarradas de un mundo tópico barriobajero, en el que el ánimo de crítica es evidente.
Escuela andaluza; circa 1830. “Tipo andaluz” Óleo sobre lienzo. Presenta faltas, repintes y agujero en el lienzo. Posee firma apócrifa. Medidas: 53 x 38 cm. La presente obra muestra una composición situada en un paraje natural, con una figura masculina vestida con atuendos humildes pero tradicionales, apoyada sobre un caballo con uno de sus brazos y con la otra sobre su fusil, lo que nos indica que probablemente se trate de un salteador de caminos. Tanto el tema como esas ropas sitúan la escena dentro de lo que se conoce como el costumbrismo andaluz. Tradicionalmente, la pintura y la literatura españolas se han interesado por las costumbres y los tipos populares. La llegada del romanticismo vivificó esta corriente, aportando a la tradición hispana la visión que los extranjeros tenían de nuestro pueblo, debido al esnobismo de una burguesía nacional europeizante y liberal que, también por influencia extranjera y bajo la moda romántica, vuelve los ojos al pueblo y los monumentos del pasado. Esto, general en toda España, se dará preferentemente en lo andaluz, por ser esta tierra meta soñada de los extranjeros, y donde se tuvo que dejar sentir más fuertemente el influjo de la visión que tenían del español y sus peculiares costumbres. Así, de las dos escuelas costumbristas fundamentales, la andaluza incide en un pintoresquismo amable y folclórico, alejado de cualquier intento de crítica social; por su parte, la madrileña es más acre y dura, llegando en ocasiones a mostrar no sólo lo vulgar, sino incluso recreándose en visiones desgarradas de un mundo tópico barriobajero, en el que el ánimo de crítica es evidente.
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