Tapa de sarcófago. Egipto, época Saita, XXVI Dinastía, 664-525 a.C. Madera policromada. Procedencia: Colección privada española. En buen estado de conservación. No conserva la parte inferior saliente de los pies y presenta una aparente restauración moderna que afecta a la banda horizontal inferior de las piernas y a una fisuración longitudinal axial. Medidas: 180 x 50 x 28 cm. La tapa antropomorfa de este sarcófago representa al difunto momificado y vendado, excepto en la cara que aparece descubierta y de cuyo modelado destacan los grandes ojos abiertos pintados en negro y blanco. La faz indica que, en origen, el ataúd fue fabricado para una mujer. El rostro ha sido pintado en ocre-amarillo claro, color reservado al sexo femenino en la iconografía egipcia en toda la época faraónica. La representada porta una peluca damada. De la línea pectoral arranca un importante collar usekh compuesto por ocho franjas bien diferenciadas, decoradas con perlas de pasta vítrea. Corona el pectoral la imagen de un halcón coronado por el disco solar (Horus-Ra). A la mitad del cuerpo de la tapa, una línea roja sirve de base a una diosa sentada que extiende sus alas de buitre en actitud protectora. Se trata de un aspecto de la diosa del cielo Nut. Inmediatamente debajo y presidiendo un penúltimo espacio figurado aparece el dios chacal Anubis, guardián de la necrópolis. Bajo su cuerpo aparece un cadáver momificado pintado de verde: tanto el color como la barba postiza rememoran al dios de los muertos Osiris. A la izquierda una cobra alada y con el disco solar sobre la cabeza parece proteger a Anubis. A la derecha otras dos cobras están en actitud de presidir la procesión funeraria. Debajo y como rindiendo homenaje a la columna de texto sagrado (jeroglíficos) vemos a cuatro genios funeararios llamados hijos de Horus. Todos llevan en sus manos la pluma de Maat. El personaje de arriba a la izquierda es Amset. A su derecha, enfrentado, Kebesenuf. Abajo a la izquierda aparece Hapy genio. Finalmente Duamutef. Tras los genios del registro superior, dos parejas de cobras con el disco solar. En el Antiguo Egipto, el sarcófago estaba relacionado con los rituales de embalsamamiento y momificación, pensados para que el difunto alcanzase la vida eterna. Durante el Imperio Medio surge la costumbre de colocar máscaras hechas en lino y una pasta similar al cartón sobre el rostro y los hombros del difunto. A partir de este hecho se da pie a la aparición de los primeros sarcófagos antropomorfos, ataúdes propiamente dichos, con forma humana, casi siempre realizados en madera (los ejemplos para los faraones serían en materiales mucho más ricos, como oro combinado con incrustaciones de diferentes piedras). Serán piezas ornamentadas con escenas y textos pintados, de simbología funeraria, y acompañadas por una gran variedad de amuletos. Sin embargo, en líneas generales, el sarcófago del Imperio Nuevo, principalmente el sarcófago real, se caracterizará por tener forma rectangular, a imitación de los más antiguos ejemplos del Imperio Nuevo. Sin embargo, el tipo de ataúd antropomorfo se extenderá a lo largo de los siglos hasta el final del mundo faraónico, con algunas variaciones (especialmente durante los años de dominio romano de la zona).
Tapa de sarcófago. Egipto, época Saita, XXVI Dinastía, 664-525 a.C. Madera policromada. Procedencia: Colección privada española. En buen estado de conservación. No conserva la parte inferior saliente de los pies y presenta una aparente restauración moderna que afecta a la banda horizontal inferior de las piernas y a una fisuración longitudinal axial. Medidas: 180 x 50 x 28 cm. La tapa antropomorfa de este sarcófago representa al difunto momificado y vendado, excepto en la cara que aparece descubierta y de cuyo modelado destacan los grandes ojos abiertos pintados en negro y blanco. La faz indica que, en origen, el ataúd fue fabricado para una mujer. El rostro ha sido pintado en ocre-amarillo claro, color reservado al sexo femenino en la iconografía egipcia en toda la época faraónica. La representada porta una peluca damada. De la línea pectoral arranca un importante collar usekh compuesto por ocho franjas bien diferenciadas, decoradas con perlas de pasta vítrea. Corona el pectoral la imagen de un halcón coronado por el disco solar (Horus-Ra). A la mitad del cuerpo de la tapa, una línea roja sirve de base a una diosa sentada que extiende sus alas de buitre en actitud protectora. Se trata de un aspecto de la diosa del cielo Nut. Inmediatamente debajo y presidiendo un penúltimo espacio figurado aparece el dios chacal Anubis, guardián de la necrópolis. Bajo su cuerpo aparece un cadáver momificado pintado de verde: tanto el color como la barba postiza rememoran al dios de los muertos Osiris. A la izquierda una cobra alada y con el disco solar sobre la cabeza parece proteger a Anubis. A la derecha otras dos cobras están en actitud de presidir la procesión funeraria. Debajo y como rindiendo homenaje a la columna de texto sagrado (jeroglíficos) vemos a cuatro genios funeararios llamados hijos de Horus. Todos llevan en sus manos la pluma de Maat. El personaje de arriba a la izquierda es Amset. A su derecha, enfrentado, Kebesenuf. Abajo a la izquierda aparece Hapy genio. Finalmente Duamutef. Tras los genios del registro superior, dos parejas de cobras con el disco solar. En el Antiguo Egipto, el sarcófago estaba relacionado con los rituales de embalsamamiento y momificación, pensados para que el difunto alcanzase la vida eterna. Durante el Imperio Medio surge la costumbre de colocar máscaras hechas en lino y una pasta similar al cartón sobre el rostro y los hombros del difunto. A partir de este hecho se da pie a la aparición de los primeros sarcófagos antropomorfos, ataúdes propiamente dichos, con forma humana, casi siempre realizados en madera (los ejemplos para los faraones serían en materiales mucho más ricos, como oro combinado con incrustaciones de diferentes piedras). Serán piezas ornamentadas con escenas y textos pintados, de simbología funeraria, y acompañadas por una gran variedad de amuletos. Sin embargo, en líneas generales, el sarcófago del Imperio Nuevo, principalmente el sarcófago real, se caracterizará por tener forma rectangular, a imitación de los más antiguos ejemplos del Imperio Nuevo. Sin embargo, el tipo de ataúd antropomorfo se extenderá a lo largo de los siglos hasta el final del mundo faraónico, con algunas variaciones (especialmente durante los años de dominio romano de la zona).
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