LUIS TRISTAN (Toledo, 1580/85 – Toledo, 1624). Sin título. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta múltiples repintes y restauraciones. Medidas: 137 x 92 cm. Luis Tristán creó numerosas obras dedicadas al tema de la crucifixión, una temática altamente valorada y solicitada por los comitentes de la época tanto en encargos de índole publica como aquellos destinados a la devoción privada. Fue el Greco quien, con sus pinturas sobre dicho tema, estableció las bases estéticas de este tipo de representaciones, convirtiéndose así en referente e influencia sobre los pintores de la época, especialmente sobre sus discípulos como por ejemplo Luis Tristán. Las obras de Tristán sobre la figura de Cristo crucificado se caracterizaban por la presencia de arquitecturas, como se aprecia en esta obra, que simbolizaban la ciudad de Jerusalén. En esta obra se pueden ver los rastros estéticos de su maestro, en el tratamiento de las proporciones anatómicas, destacando el alargamiento de los brazos, el modo en el que configura el paño de pureza y el uso del color fundamentado en una expresión dramática de contrastes cromáticos. El modo de representar el cuerpo de Cristo, aún vivo con el rostro dirigido hacia el cielo y el cuerpo en tensión, fue un patrón estético común en el Toledo del siglo XVII. Discípulo del Greco y de Ribera en Italia, regresa a Toledo definitivamente en 1613. Su estilo, gracias a lo heterogéneo de su formación, se muestra muy variado, casi contradictorio en ocasiones. La fuerte influencia de El Greco permanecerá siempre en su obra, sobre todo en el alargamiento y la inestabilidad expresiva de sus figuras, pero su conocimiento directo del caravaggismo en Roma, precisamente durante su auge, se refleja en un naturalismo patente especialmente en algunas de sus obras. Tristán parece inclinarse hacia una u otra manera en momentos concretos, ya sea por decisión propia o por imposición de la clientela. Asimismo, se aprecia en su lenguaje el estudio de las composiciones venecianas, si bien la más clara influencia en su obra viene determinada por las pinturas que Juan Bautista Maíno dejó en Toledo, especialmente el “Retrato de las Cuatro Pascuas” de la iglesia de San Pedro Mártir, que conjuga el naturalismo romano con un suntuoso colorido. Todo ello se ve reflejado en obras como el conjunto que Tristán realiza en 1616 para la iglesia parroquial de Yepes. Actualmente está representado en el Museo del Prado, el Museo de El Greco en Toledo, el del Louvre de París, el de Cambridge, la Pollock House de Glasgow, los Museos de Bellas Artes de Budapest, Caracas, Bucarest y Sevilla, la catedral de Toledo y otros templos de la región, el Museo de Santa Cruz y el Palacio Arzobispal en Toledo, el Palacio Real de Madrid y otras colecciones y museos.
LUIS TRISTAN (Toledo, 1580/85 – Toledo, 1624). Sin título. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta múltiples repintes y restauraciones. Medidas: 137 x 92 cm. Luis Tristán creó numerosas obras dedicadas al tema de la crucifixión, una temática altamente valorada y solicitada por los comitentes de la época tanto en encargos de índole publica como aquellos destinados a la devoción privada. Fue el Greco quien, con sus pinturas sobre dicho tema, estableció las bases estéticas de este tipo de representaciones, convirtiéndose así en referente e influencia sobre los pintores de la época, especialmente sobre sus discípulos como por ejemplo Luis Tristán. Las obras de Tristán sobre la figura de Cristo crucificado se caracterizaban por la presencia de arquitecturas, como se aprecia en esta obra, que simbolizaban la ciudad de Jerusalén. En esta obra se pueden ver los rastros estéticos de su maestro, en el tratamiento de las proporciones anatómicas, destacando el alargamiento de los brazos, el modo en el que configura el paño de pureza y el uso del color fundamentado en una expresión dramática de contrastes cromáticos. El modo de representar el cuerpo de Cristo, aún vivo con el rostro dirigido hacia el cielo y el cuerpo en tensión, fue un patrón estético común en el Toledo del siglo XVII. Discípulo del Greco y de Ribera en Italia, regresa a Toledo definitivamente en 1613. Su estilo, gracias a lo heterogéneo de su formación, se muestra muy variado, casi contradictorio en ocasiones. La fuerte influencia de El Greco permanecerá siempre en su obra, sobre todo en el alargamiento y la inestabilidad expresiva de sus figuras, pero su conocimiento directo del caravaggismo en Roma, precisamente durante su auge, se refleja en un naturalismo patente especialmente en algunas de sus obras. Tristán parece inclinarse hacia una u otra manera en momentos concretos, ya sea por decisión propia o por imposición de la clientela. Asimismo, se aprecia en su lenguaje el estudio de las composiciones venecianas, si bien la más clara influencia en su obra viene determinada por las pinturas que Juan Bautista Maíno dejó en Toledo, especialmente el “Retrato de las Cuatro Pascuas” de la iglesia de San Pedro Mártir, que conjuga el naturalismo romano con un suntuoso colorido. Todo ello se ve reflejado en obras como el conjunto que Tristán realiza en 1616 para la iglesia parroquial de Yepes. Actualmente está representado en el Museo del Prado, el Museo de El Greco en Toledo, el del Louvre de París, el de Cambridge, la Pollock House de Glasgow, los Museos de Bellas Artes de Budapest, Caracas, Bucarest y Sevilla, la catedral de Toledo y otros templos de la región, el Museo de Santa Cruz y el Palacio Arzobispal en Toledo, el Palacio Real de Madrid y otras colecciones y museos.
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