GUILLAM FORCHONDT EL VIEJO (Amberes, 1608-1678). “La Asunción de la Virgen”. Óleo sobre cobre. Firmado en el ángulo superior izquierdo. Medidas: 70 x 85 cm; 85 x 100 cm (marco). En este majestuoso cobre de Guillam Forchondt el Viejo se muestra la Asunción de la Virgen, llevada en cuerpo y alma al Cielo, de un modo triunfal y escenográfico. Detrás de ella se abre la Gloria, representada por la dorada luz divina, un elaborado rompimiento en cuyos márgenes vemos multitud de ángeles en distintas posiciones, unos mirando a la tierra y otros hacia lo alto. En el plano terrenal, claramente diferenciado del celestial por la línea de las nubes, se acumulan los personajes en torno a la tumba abierta de la Virgen. Se trata de los apóstoles y otras mujeres que, habiendo presenciado la muerte de María, quedan maravillados ante su Asunción. Algunos aparecen representados de espaldas, cerrando una composición circular definida en torno a la tumba, clásica y ordenada pese al aparente amontonamiento de los personajes en favor de la teatralidad y, ante todo, del dinamismo de la escena. La mayoría de los personajes aparecen mirando hacia el cielo, con las manos alzadas expresando tanto sorpresa como veneración, aspecto de hábil narratividad. Vemos cómo María no asciende al cielo por sus propios medios, como Cristo, sino que es elevada al Paraíso por los ángeles. Como acostumbra a representar el arte de Occidente, el artista plasma su Asunción corporal fuera de la tumba donde los apóstoles la habían sepultado. Guillam Forchondt el Viejo fue un pintor y marchante de arte flamenco. Capitanéo un exitoso taller de pintura que se extendió por toda Europa a través de las oficinas de sus hijos en Viena, Lisboa y Sevilla. A través del puerto de Cádiz, las obras eran enviadas a México y vendidas a conventos locales. Desempeñó un papel muy importante en la difusión del arte barroco flamenco en Europa y Sudamérica, cambiando incluso la relación marchante-artista al implicarse él mismo en la organización del proceso de producción artística. Su lucrativo negocio fue continuado por su hijo, Guillam Forchondt el Joven (1645-después de 1677), quien lo convirtió en toda una empresa internacional de arte y artículos de lujo. Entre los numerosos clientes se encontraban personalidades destacadas de la época, como el emperador de Austria o los príncipes de Liechtenstein. Como pintor, Forchondt trabajó en el estilo barroco flamenco de Rubens, Jan Brueghel el Joven, Joos de Momper y David Teniers el Joven, adaptando claramente su producción a la demanda del mercado. Muchas de sus obras pueden considerarse pastiches o copias reducidas de obras de Rubens. En aquella época había una gran demanda en el extranjero, y en particular en España, de cuadros del estilo de los grandes maestros flamencos, como Rubens y Anthony van Dyck. Los marchantes de arte, como los Forchondt, que tenían una representación local en varios países extranjeros, facilitaban el comercio de estas pinturas.
GUILLAM FORCHONDT EL VIEJO (Amberes, 1608-1678). “La Asunción de la Virgen”. Óleo sobre cobre. Firmado en el ángulo superior izquierdo. Medidas: 70 x 85 cm; 85 x 100 cm (marco). En este majestuoso cobre de Guillam Forchondt el Viejo se muestra la Asunción de la Virgen, llevada en cuerpo y alma al Cielo, de un modo triunfal y escenográfico. Detrás de ella se abre la Gloria, representada por la dorada luz divina, un elaborado rompimiento en cuyos márgenes vemos multitud de ángeles en distintas posiciones, unos mirando a la tierra y otros hacia lo alto. En el plano terrenal, claramente diferenciado del celestial por la línea de las nubes, se acumulan los personajes en torno a la tumba abierta de la Virgen. Se trata de los apóstoles y otras mujeres que, habiendo presenciado la muerte de María, quedan maravillados ante su Asunción. Algunos aparecen representados de espaldas, cerrando una composición circular definida en torno a la tumba, clásica y ordenada pese al aparente amontonamiento de los personajes en favor de la teatralidad y, ante todo, del dinamismo de la escena. La mayoría de los personajes aparecen mirando hacia el cielo, con las manos alzadas expresando tanto sorpresa como veneración, aspecto de hábil narratividad. Vemos cómo María no asciende al cielo por sus propios medios, como Cristo, sino que es elevada al Paraíso por los ángeles. Como acostumbra a representar el arte de Occidente, el artista plasma su Asunción corporal fuera de la tumba donde los apóstoles la habían sepultado. Guillam Forchondt el Viejo fue un pintor y marchante de arte flamenco. Capitanéo un exitoso taller de pintura que se extendió por toda Europa a través de las oficinas de sus hijos en Viena, Lisboa y Sevilla. A través del puerto de Cádiz, las obras eran enviadas a México y vendidas a conventos locales. Desempeñó un papel muy importante en la difusión del arte barroco flamenco en Europa y Sudamérica, cambiando incluso la relación marchante-artista al implicarse él mismo en la organización del proceso de producción artística. Su lucrativo negocio fue continuado por su hijo, Guillam Forchondt el Joven (1645-después de 1677), quien lo convirtió en toda una empresa internacional de arte y artículos de lujo. Entre los numerosos clientes se encontraban personalidades destacadas de la época, como el emperador de Austria o los príncipes de Liechtenstein. Como pintor, Forchondt trabajó en el estilo barroco flamenco de Rubens, Jan Brueghel el Joven, Joos de Momper y David Teniers el Joven, adaptando claramente su producción a la demanda del mercado. Muchas de sus obras pueden considerarse pastiches o copias reducidas de obras de Rubens. En aquella época había una gran demanda en el extranjero, y en particular en España, de cuadros del estilo de los grandes maestros flamencos, como Rubens y Anthony van Dyck. Los marchantes de arte, como los Forchondt, que tenían una representación local en varios países extranjeros, facilitaban el comercio de estas pinturas.
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