Escuela holandesa; siglo XVII. Sin título. Óleo sobre lienzo. Presenta repintes y marco de principios del siglo XX. Medidas: 75 x 100 cm; 99 x 124 cm (marco). En esta obra el autor capta una escena de interior, en la cual un hombre una mujer conversan entre ellos, mientras realizan diversas tareas. La pintura se inscribe dentro de la corriente estética que representa las costumbres, uno de los géneros que gozaron de un mayor desarrollo en la escuela holandesa del barroco. Así, el espacio está claramente definido y minuciosamente descrito, y las figuras están representada a gran tamaño. Tanto las dos personas, como la vaca que se dispone en la zona izquierda de la composición. Si bien compite con ellos en protagonismo el grupo de objetos que se distribuyen por toda la superficie, planteados como un auténtico bodegón independiente. Sin duda, fue en la pintura de la escuela holandesa donde se manifestaron más abiertamente las consecuencias de la emancipación política de la región, así como de la prosperidad económica de la burguesía liberal. La conjunción del hallazgo de la naturaleza, de la observación objetiva, del estudio de lo concreto, de la valoración de lo cotidiano, del gusto por lo real y material, de la sensibilidad ante lo aparentemente insignificante, hizo que el artista holandés comulgase con la realidad del día a día, sin buscar ningún ideal ajeno a esa misma realidad. No pretendió el pintor trascender el presente y la materialidad de la naturaleza objetiva o evadirse de la realidad tangible, sino envolverse en ella, embriagarse de ella a través del triunfo del realismo, un realismo de pura ficción ilusoria, lograda gracias a una técnica perfecta y magistral y a una sutileza conceptual en el tratamiento lírico de la luz. A causa de la ruptura con Roma y de la tendencia iconoclasta de la Iglesia reformada, las pinturas de tema religioso acabaron por eliminarse como complemento decorativo con finalidad devocional, y además las historias mitológicas perdieron su tono heroico y sensual, de acuerdo con la nueva sociedad. Así el retrato, el paisaje y los animales, la naturaleza muerta y la pintura de género fueron las fórmulas temáticas que cobraron valor por sí mismas y que, como objetos propios del mobiliario doméstico –de ahí las reducidas dimensiones de los cuadros-, fueron adquiridas por individuos de casi todas las clases y estamentos sociales.Durante el siglo XVII llegan a Holanda desde Flandes diversas influencias, principalmente temáticas. Dentro de la escuela flamenca se dio en este momento una gran especialización de los pintores, centrados en temas de naturalezas muertas, arquitecturas, pinturas de género, etc. Dentro de este último abanico temático destacaron especialmente las escenas de taberna, representadas por Adriaen Brouwer y David Teniers el Joven, ambos de la primera mitad del siglo XVII. El éxito de este tipo de escenas caló hondo en la escuela holandesa del barroco, dominada por las figuras de Rembrandt y Hals. Pintores holandeses como Vermeer o Pieter de Hooch se centraron en temas costumbristas de interior, pero representaron principalmente escenas de la intimidad de las clases altas. En cambio, ciertos autores se fijaron en las obras de Brouwer y Teniers para establecer un género diferente, tomando como modelo al pueblo. Con el paso del tiempo el género evolucionará en Holanda de forma independiente, alejándose de las ambientaciones oscuras, de cromatismo cálido y acotado, propias de Fl
Escuela holandesa; siglo XVII. Sin título. Óleo sobre lienzo. Presenta repintes y marco de principios del siglo XX. Medidas: 75 x 100 cm; 99 x 124 cm (marco). En esta obra el autor capta una escena de interior, en la cual un hombre una mujer conversan entre ellos, mientras realizan diversas tareas. La pintura se inscribe dentro de la corriente estética que representa las costumbres, uno de los géneros que gozaron de un mayor desarrollo en la escuela holandesa del barroco. Así, el espacio está claramente definido y minuciosamente descrito, y las figuras están representada a gran tamaño. Tanto las dos personas, como la vaca que se dispone en la zona izquierda de la composición. Si bien compite con ellos en protagonismo el grupo de objetos que se distribuyen por toda la superficie, planteados como un auténtico bodegón independiente. Sin duda, fue en la pintura de la escuela holandesa donde se manifestaron más abiertamente las consecuencias de la emancipación política de la región, así como de la prosperidad económica de la burguesía liberal. La conjunción del hallazgo de la naturaleza, de la observación objetiva, del estudio de lo concreto, de la valoración de lo cotidiano, del gusto por lo real y material, de la sensibilidad ante lo aparentemente insignificante, hizo que el artista holandés comulgase con la realidad del día a día, sin buscar ningún ideal ajeno a esa misma realidad. No pretendió el pintor trascender el presente y la materialidad de la naturaleza objetiva o evadirse de la realidad tangible, sino envolverse en ella, embriagarse de ella a través del triunfo del realismo, un realismo de pura ficción ilusoria, lograda gracias a una técnica perfecta y magistral y a una sutileza conceptual en el tratamiento lírico de la luz. A causa de la ruptura con Roma y de la tendencia iconoclasta de la Iglesia reformada, las pinturas de tema religioso acabaron por eliminarse como complemento decorativo con finalidad devocional, y además las historias mitológicas perdieron su tono heroico y sensual, de acuerdo con la nueva sociedad. Así el retrato, el paisaje y los animales, la naturaleza muerta y la pintura de género fueron las fórmulas temáticas que cobraron valor por sí mismas y que, como objetos propios del mobiliario doméstico –de ahí las reducidas dimensiones de los cuadros-, fueron adquiridas por individuos de casi todas las clases y estamentos sociales.Durante el siglo XVII llegan a Holanda desde Flandes diversas influencias, principalmente temáticas. Dentro de la escuela flamenca se dio en este momento una gran especialización de los pintores, centrados en temas de naturalezas muertas, arquitecturas, pinturas de género, etc. Dentro de este último abanico temático destacaron especialmente las escenas de taberna, representadas por Adriaen Brouwer y David Teniers el Joven, ambos de la primera mitad del siglo XVII. El éxito de este tipo de escenas caló hondo en la escuela holandesa del barroco, dominada por las figuras de Rembrandt y Hals. Pintores holandeses como Vermeer o Pieter de Hooch se centraron en temas costumbristas de interior, pero representaron principalmente escenas de la intimidad de las clases altas. En cambio, ciertos autores se fijaron en las obras de Brouwer y Teniers para establecer un género diferente, tomando como modelo al pueblo. Con el paso del tiempo el género evolucionará en Holanda de forma independiente, alejándose de las ambientaciones oscuras, de cromatismo cálido y acotado, propias de Fl
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