DOMENICHINO, Domenico Zampieri (Bolonia, 1581 - Nápoles, 1641), atribuido. "Mercurio" y "Venus", ca. 1620. Bocetos para pechinas. Pareja de dibujos en sanguina sobre papel. Uno de ellos firmado. Medidas: 28,5 x 23,5 cm.(dibujos); 40,5 x 29,5 cm.(marcos). Domenichino fue uno de los pintores más reclamados y prestigiosos del entorno de los Carracci. Sus dotes para el dibujo eran prodigiosas, lo que le procuró importantes encargos. Esta pareja de dibujos en sanguina son representativos de esa capacidad suya para construir los cuerpos sobre el papel como si fueran esculturas, con lo que fijó el renacimiento del "bello ideal" romano-boloñés. Eran bocetos para pinturas que habrían de cubrir las pechinas de las cúpulas de iglesias romanas. Se conservan del autor numerosos estudios sobre papel destinados a pechinas arquitectónicas, como las alegorías de la Justicia y la Prudencia para San Carlo ai Catinari de Roma. En el Museo del Prado se conservan también varios dibujos preparatorios para frescos romanos. En esta pareja de dibujos, con representación de Mercurio (el Hermes griego), y Venus (Afrodita), el modelado de las anatomías patentizan la maestría de este destacado exponente del clasicismo barroco heredado de Annibale Carraci, pero desarrollado con una inventiva propia. Son anatomías poderosas, perfectamente estudiadas para ser vistas desde un punto de vista bajo (“di sotto in sú”), que en las obras definitivas (como se ve en los frescos de San Andrea della Valle) se manifiesta en forma de efectivos escorzos. La ágil figura de Mercurio, calzando sandalias aladas y portando su caduceo, parece elevarse ante nuestros ojos, con los paños ondeando en torno a sus fornidas formas griegas. Por su parte, la belleza y el canon de Venus, son de raigambre rafaelesca. Domenichino comenzó su formación pictórica en Bolonia: en el taller del flamenco Denis Calvaert, pero hacia 1595 entró en la Accademia degli Incamminati, de los Carracci, junto a Francesco Albani y Guido Reni En 1602, marchó a Roma como ayudante de Annibale Carracci en los frescos de la Galeria del Palacio Farnese y en la Capilla Herrera de la iglesia de Santiago de los Españoles. Es el estilo de los años romanos de Annibale el que se transparenta en la obra de Domenichino, que mejor que ningún otro de sus discípulos sabe captar el sereno clasicismo y la grandeza de las composiciones de su maestro. Sus trabajos juveniles independientes comienzan con los frescos de la Villa Belvedere, es Frascati, de 1606 a 1608, y los de la Abadía de Grottaferrata, 1608-1610, que culminan en su obra más notable, los frescos con 'Historias de Santa Cecilia' en la iglesia romana de San Luigi dei Francesi, que concluye en 1616 y que junto a la 'Comunión de San Jerónimo', de 1614, hoy en la Pinacoteca Vaticana, establecen definitivamente en Roma la fama del artista. En 1617 Domenichino regresa a Bolonia hasta que en 1621, el Papa Gregorio XV Ludovisi le llama de nuevo a Roma, por consejo del boloñés Monseñor Agucchi, teórico famoso del clasicismo. De la década de 1620 son los frescos en las pechinas de la cúpula de Sant'Andrea della Valle, donde alcanza su punto máximo la concepción clasicista de su pintura, de las que en los años siguientes se aleja para adaptarse a las innovaciones más exuberantes y decorativas de Lanfranco, como se refleja en los frescos de la capilla del Tesoro de la Catedral de Nápoles, donde el artista había llegado en 1631. Domenichino partió del seguimiento ferviente de las enseñanzas de los Carracci sob
DOMENICHINO, Domenico Zampieri (Bolonia, 1581 - Nápoles, 1641), atribuido. "Mercurio" y "Venus", ca. 1620. Bocetos para pechinas. Pareja de dibujos en sanguina sobre papel. Uno de ellos firmado. Medidas: 28,5 x 23,5 cm.(dibujos); 40,5 x 29,5 cm.(marcos). Domenichino fue uno de los pintores más reclamados y prestigiosos del entorno de los Carracci. Sus dotes para el dibujo eran prodigiosas, lo que le procuró importantes encargos. Esta pareja de dibujos en sanguina son representativos de esa capacidad suya para construir los cuerpos sobre el papel como si fueran esculturas, con lo que fijó el renacimiento del "bello ideal" romano-boloñés. Eran bocetos para pinturas que habrían de cubrir las pechinas de las cúpulas de iglesias romanas. Se conservan del autor numerosos estudios sobre papel destinados a pechinas arquitectónicas, como las alegorías de la Justicia y la Prudencia para San Carlo ai Catinari de Roma. En el Museo del Prado se conservan también varios dibujos preparatorios para frescos romanos. En esta pareja de dibujos, con representación de Mercurio (el Hermes griego), y Venus (Afrodita), el modelado de las anatomías patentizan la maestría de este destacado exponente del clasicismo barroco heredado de Annibale Carraci, pero desarrollado con una inventiva propia. Son anatomías poderosas, perfectamente estudiadas para ser vistas desde un punto de vista bajo (“di sotto in sú”), que en las obras definitivas (como se ve en los frescos de San Andrea della Valle) se manifiesta en forma de efectivos escorzos. La ágil figura de Mercurio, calzando sandalias aladas y portando su caduceo, parece elevarse ante nuestros ojos, con los paños ondeando en torno a sus fornidas formas griegas. Por su parte, la belleza y el canon de Venus, son de raigambre rafaelesca. Domenichino comenzó su formación pictórica en Bolonia: en el taller del flamenco Denis Calvaert, pero hacia 1595 entró en la Accademia degli Incamminati, de los Carracci, junto a Francesco Albani y Guido Reni En 1602, marchó a Roma como ayudante de Annibale Carracci en los frescos de la Galeria del Palacio Farnese y en la Capilla Herrera de la iglesia de Santiago de los Españoles. Es el estilo de los años romanos de Annibale el que se transparenta en la obra de Domenichino, que mejor que ningún otro de sus discípulos sabe captar el sereno clasicismo y la grandeza de las composiciones de su maestro. Sus trabajos juveniles independientes comienzan con los frescos de la Villa Belvedere, es Frascati, de 1606 a 1608, y los de la Abadía de Grottaferrata, 1608-1610, que culminan en su obra más notable, los frescos con 'Historias de Santa Cecilia' en la iglesia romana de San Luigi dei Francesi, que concluye en 1616 y que junto a la 'Comunión de San Jerónimo', de 1614, hoy en la Pinacoteca Vaticana, establecen definitivamente en Roma la fama del artista. En 1617 Domenichino regresa a Bolonia hasta que en 1621, el Papa Gregorio XV Ludovisi le llama de nuevo a Roma, por consejo del boloñés Monseñor Agucchi, teórico famoso del clasicismo. De la década de 1620 son los frescos en las pechinas de la cúpula de Sant'Andrea della Valle, donde alcanza su punto máximo la concepción clasicista de su pintura, de las que en los años siguientes se aleja para adaptarse a las innovaciones más exuberantes y decorativas de Lanfranco, como se refleja en los frescos de la capilla del Tesoro de la Catedral de Nápoles, donde el artista había llegado en 1631. Domenichino partió del seguimiento ferviente de las enseñanzas de los Carracci sob
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