Círculo de JAUME HUGUET (Valls, Tarragona, 1412 – Barcelona, 1493). “Nacimiento de Jesús”. Temple sobre tabla. Esta obra aparece atribuida a Jaume Huguet en el libro de José Gudiol y Juan Ainaud de Lasarte. En esta publicación se indica que procede de Cervera de la Cañada, Zaragoza. Medidas: 100 x 88,5 cm; 104 x 92,5 cm (marco). Vemos en esta tabla una rica representación de la adoración de los pastores, con el niño situado en el suelo sobre un paño, al modo flamenco. Frente a él vemos a María y a San José, ambos en gesto de adoración. Los dos pastores quedan en el lateral derecho, asomando a la escena. Comparten escenario el buey y la mula, esta última acercando el hocico al Niño, en una representación naturalista de nuevo de influencia flamenca. En un segundo plano, en un paisaje construido a base de planos de profundidad, el artista representa a un pastor con su rebaño. Por sus características formales y técnicas podemos enmarcar la obra dentro de la escuela hispano-flamenca de la segunda mitad del siglo XV, y más concretamente relacionarla con el círculo del pintor gótico catalán Jaume Huguet, autor cuyo lenguaje partió del gótico internacional de su formación y evolucionó en la línea de las innovaciones traídas por la pintura flamenca. Se formó entre Valencia, Tarragona y Barcelona, si bien los historiadores consideran también un posible viaje a Cerdeña o Nápoles. La mayor parte de su carrera se desarrolló en Barcelona a partir de 1448, donde contó con un taller de gran importancia, que prácticamente monopolizó la totalidad de los encargos de retablos en Cataluña durante la segunda mitad del siglo XV, una vez fallecidos Bernardo Martorell y Luis Dalmau. En este taller se formaron varios discípulos, y también miembros de la familia Vergós, con la que mantuvo una estrecha relación. A día de hoy, Huguet es considerado el pintor más representativo del lenguaje hispano-flamenco de la escuela catalana. Aunque gran parte de sus obras ser perdieron con la destrucción de los templos que las albergaban, a día de hoy se conservan importantes muestras de su obra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña y en el del Prado. Dentro del gótico español, la escuela hispano-flamenca se caracterizó por la gran influencia de los primitivos flamencos, que pervivió en España hasta bien entrado el siglo XVI, debido en gran parte a los lazos políticos y culturales entre ambos países. La pintura flamenca era, en el siglo XV, la más avanzada de Europa, e influyó en todas las escuelas nacionales, incluyendo a la italiana. Se consideraba un arte de enorme refinamiento, con obras realizadas y tratadas como joyas. Los rasgos de la escuela hispano-flamenca son cercanos a los de la pintura flamenca, empezando por la máxima preocupación de los pintores de Flandes en la búsqueda de la realidad por encima de todo. En relación con este anhelo, se presta una enorme atención a las calidades de los objetos, así como a los más mínimos detalles, dotados además frecuentemente de una carga simbólica. La iconografía sigue siendo principalmente religiosa, y en las escenas predominará un dibujo correcto y preciso, muy minucioso. Del mismo modo, tratan de plasmar una iluminación lo más verídica posible, ya sea artificial o natural, siempre modelando las carnaciones y produciendo claroscuros en mayor o menor grado. Otras características propias de esta escuela derivan directamente de la influencia de Van Eyck, el gran pintor flamenco, que visitó España en persona, y cuyos cuadros, así como
Círculo de JAUME HUGUET (Valls, Tarragona, 1412 – Barcelona, 1493). “Nacimiento de Jesús”. Temple sobre tabla. Esta obra aparece atribuida a Jaume Huguet en el libro de José Gudiol y Juan Ainaud de Lasarte. En esta publicación se indica que procede de Cervera de la Cañada, Zaragoza. Medidas: 100 x 88,5 cm; 104 x 92,5 cm (marco). Vemos en esta tabla una rica representación de la adoración de los pastores, con el niño situado en el suelo sobre un paño, al modo flamenco. Frente a él vemos a María y a San José, ambos en gesto de adoración. Los dos pastores quedan en el lateral derecho, asomando a la escena. Comparten escenario el buey y la mula, esta última acercando el hocico al Niño, en una representación naturalista de nuevo de influencia flamenca. En un segundo plano, en un paisaje construido a base de planos de profundidad, el artista representa a un pastor con su rebaño. Por sus características formales y técnicas podemos enmarcar la obra dentro de la escuela hispano-flamenca de la segunda mitad del siglo XV, y más concretamente relacionarla con el círculo del pintor gótico catalán Jaume Huguet, autor cuyo lenguaje partió del gótico internacional de su formación y evolucionó en la línea de las innovaciones traídas por la pintura flamenca. Se formó entre Valencia, Tarragona y Barcelona, si bien los historiadores consideran también un posible viaje a Cerdeña o Nápoles. La mayor parte de su carrera se desarrolló en Barcelona a partir de 1448, donde contó con un taller de gran importancia, que prácticamente monopolizó la totalidad de los encargos de retablos en Cataluña durante la segunda mitad del siglo XV, una vez fallecidos Bernardo Martorell y Luis Dalmau. En este taller se formaron varios discípulos, y también miembros de la familia Vergós, con la que mantuvo una estrecha relación. A día de hoy, Huguet es considerado el pintor más representativo del lenguaje hispano-flamenco de la escuela catalana. Aunque gran parte de sus obras ser perdieron con la destrucción de los templos que las albergaban, a día de hoy se conservan importantes muestras de su obra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña y en el del Prado. Dentro del gótico español, la escuela hispano-flamenca se caracterizó por la gran influencia de los primitivos flamencos, que pervivió en España hasta bien entrado el siglo XVI, debido en gran parte a los lazos políticos y culturales entre ambos países. La pintura flamenca era, en el siglo XV, la más avanzada de Europa, e influyó en todas las escuelas nacionales, incluyendo a la italiana. Se consideraba un arte de enorme refinamiento, con obras realizadas y tratadas como joyas. Los rasgos de la escuela hispano-flamenca son cercanos a los de la pintura flamenca, empezando por la máxima preocupación de los pintores de Flandes en la búsqueda de la realidad por encima de todo. En relación con este anhelo, se presta una enorme atención a las calidades de los objetos, así como a los más mínimos detalles, dotados además frecuentemente de una carga simbólica. La iconografía sigue siendo principalmente religiosa, y en las escenas predominará un dibujo correcto y preciso, muy minucioso. Del mismo modo, tratan de plasmar una iluminación lo más verídica posible, ya sea artificial o natural, siempre modelando las carnaciones y produciendo claroscuros en mayor o menor grado. Otras características propias de esta escuela derivan directamente de la influencia de Van Eyck, el gran pintor flamenco, que visitó España en persona, y cuyos cuadros, así como
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