BARTOLOMEO MANFREDI (Ostiano, 1582-Roma, 1622) “Judith con la cabeza de Holofernes”. Óleo sobre lienzo. Adjunta estudio de Don Gianni Papi. Posee marco del siglo XIX. Medidas: 98 x 89 cm; 116 x 108 cm (marco). Esta obra adjunta un estudio realizado por el Doctor en historia del arte por la universidad de Florencia, Gianni Papi. Su obra investigativa se centra especialmente en la figura de Carvaggio, Ribera y el primer Seicento en Roma. La imagen de este lienzo está basada en el libro bíblico de Judith, perteneciente al Antiguo Testamento. El libro cuenta la historia de una viuda hebrea, Judith hija de Merari, en plena guerra de Israel contra el ejército babilónico, erróneamente denominado asirio. De bellas facciones, alta educación y enorme piedad, celo religioso y pasión patriótica, Judit descubre que el general invasor, Holofernes, se ha prendado de ella. Acompañada de su criada, la viuda desciende de su ciudad amurallada y sitiada por el ejército extranjero y, engañando al militar para hacerle creer que está enamorada de él, consigue ingresar a su tienda de campaña. Una vez allí, en lugar de ceder a sus reclamos galantes, lo embriaga. Cuando Holofernes cae dormido, Judith le corta la cabeza, sembrando la confusión en el ejército de Babilonia y obteniendo de este modo la victoria para Israel. Se trata de un tema frecuente en la historia del arte a partir del barroco, principalmente. No obstante, si durante el siglo XVII se prefería la escena en la que Judith da muerte a Holofernes, el gusto del siglo XIX determina una expresión menos dramática, y de ahí que el autor de este lienzo haya escogido el momento previo al asesinato. Se presenta a Judith concentrada, con la espada en la mano, iniciando ya el movimiento para decapitar el general. Éste aparece durmiendo plácidamente, sus armas abandonadas en el suelo en un detalle claramente simbólico. El pintor se ha centrado especialmente en la plasmación del rostro de la heroína bíblica, que mira directamente al hombre con odio y decisión. Bartolomeo Manfredi nació en Ostiano, sin embargo, se cree que su formación inicial se dio en Mantua, bajo las directrices del artística Cristoforo Roncalli, conocido como Pomarancio. Las fuentes bibliográficas no revelan con exactitud cuando llegó a Roma, pero si se conoce que se encontraba en la ciuda, durante los primeros años del siglo XVII. Manfredi fue uno de los primeros emuladores del estilo innovador de Caravaggio, con su claroscuro sostenido y su insistencia en el naturalismo, con un don para contar una historia a través de la expresión y el lenguaje corporal de sus personajes. El castigo de Cupido (Art Insititut of Chicago), muestra claramente esta ascendencia. A pesar de esta influencia cabe citar que Manfredi, aportó un toque muy personal a los temas de Caravaggio. Convirtiendose además en el continuador y difusor de la herencia de Caravaggio a los pintores extranjeros, que vinieron en particular de Francia y Utrecht, para estudiar en Italia. Manfredi era, según su biógrafo Giulio Mancini, "un hombre de apariencia distinguida y comportamiento refinado". Aunque rara vez apareció en público, construyó su carrera en torno a la pintura de caballete para clientes privados. No buscó encargos públicos que le granjearan una mayor notoriedad, pero sus obras ingresaron en grandes colecciones del siglo XVII, época en la que se le consideraba igual, si no superior, a Caravaggio.
BARTOLOMEO MANFREDI (Ostiano, 1582-Roma, 1622) “Judith con la cabeza de Holofernes”. Óleo sobre lienzo. Adjunta estudio de Don Gianni Papi. Posee marco del siglo XIX. Medidas: 98 x 89 cm; 116 x 108 cm (marco). Esta obra adjunta un estudio realizado por el Doctor en historia del arte por la universidad de Florencia, Gianni Papi. Su obra investigativa se centra especialmente en la figura de Carvaggio, Ribera y el primer Seicento en Roma. La imagen de este lienzo está basada en el libro bíblico de Judith, perteneciente al Antiguo Testamento. El libro cuenta la historia de una viuda hebrea, Judith hija de Merari, en plena guerra de Israel contra el ejército babilónico, erróneamente denominado asirio. De bellas facciones, alta educación y enorme piedad, celo religioso y pasión patriótica, Judit descubre que el general invasor, Holofernes, se ha prendado de ella. Acompañada de su criada, la viuda desciende de su ciudad amurallada y sitiada por el ejército extranjero y, engañando al militar para hacerle creer que está enamorada de él, consigue ingresar a su tienda de campaña. Una vez allí, en lugar de ceder a sus reclamos galantes, lo embriaga. Cuando Holofernes cae dormido, Judith le corta la cabeza, sembrando la confusión en el ejército de Babilonia y obteniendo de este modo la victoria para Israel. Se trata de un tema frecuente en la historia del arte a partir del barroco, principalmente. No obstante, si durante el siglo XVII se prefería la escena en la que Judith da muerte a Holofernes, el gusto del siglo XIX determina una expresión menos dramática, y de ahí que el autor de este lienzo haya escogido el momento previo al asesinato. Se presenta a Judith concentrada, con la espada en la mano, iniciando ya el movimiento para decapitar el general. Éste aparece durmiendo plácidamente, sus armas abandonadas en el suelo en un detalle claramente simbólico. El pintor se ha centrado especialmente en la plasmación del rostro de la heroína bíblica, que mira directamente al hombre con odio y decisión. Bartolomeo Manfredi nació en Ostiano, sin embargo, se cree que su formación inicial se dio en Mantua, bajo las directrices del artística Cristoforo Roncalli, conocido como Pomarancio. Las fuentes bibliográficas no revelan con exactitud cuando llegó a Roma, pero si se conoce que se encontraba en la ciuda, durante los primeros años del siglo XVII. Manfredi fue uno de los primeros emuladores del estilo innovador de Caravaggio, con su claroscuro sostenido y su insistencia en el naturalismo, con un don para contar una historia a través de la expresión y el lenguaje corporal de sus personajes. El castigo de Cupido (Art Insititut of Chicago), muestra claramente esta ascendencia. A pesar de esta influencia cabe citar que Manfredi, aportó un toque muy personal a los temas de Caravaggio. Convirtiendose además en el continuador y difusor de la herencia de Caravaggio a los pintores extranjeros, que vinieron en particular de Francia y Utrecht, para estudiar en Italia. Manfredi era, según su biógrafo Giulio Mancini, "un hombre de apariencia distinguida y comportamiento refinado". Aunque rara vez apareció en público, construyó su carrera en torno a la pintura de caballete para clientes privados. No buscó encargos públicos que le granjearan una mayor notoriedad, pero sus obras ingresaron en grandes colecciones del siglo XVII, época en la que se le consideraba igual, si no superior, a Caravaggio.
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